La Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo: nuestra fiesta

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Por Padre Eduardo O’Melia

La inspiración que comenzó el proceso de formar la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo vino de una monja llamada Juliana de Liege quien vivió en el siglo trece.  En 1246, el obispo de Liege, Roberto, ordenó que se celebre la fiesta cada año en su diócesis.  En 1264, el papa Urban IV ordenó que la fiesta sea celebrada en toda la iglesia latina.  Fue la primera vez que un papa mando que se celebre una fiesta universalmente.  La fiesta entonces fue llamada “Corpus Christi” o sea Cuerpo de Cristo.
Parece que la fiesta fue fundada para animar a la gente a reconocer la presencia real de Cristo en la Santa Eucaristía (un hecho que hoy en día algunos dudan).
Hoy llamamos la fiesta “La Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo” para dar importancia al hecho de que Cristo Resucitado está presente completamente en la dos formas que parecen como pan y vino.
¡Que milagro tan precioso! Jesús tanto nos quiere que se da a nosotros en forma de pan y vino.  Se da a si mismo como comida para transformarnos en El.
San Agustín nos recuerda del hecho que somos, según San Pablo, el cuerpo de Cristo – miembros de El, y por eso cuando vemos a Cristo sobre el altar en forma de pan y vino, vemos nuestra realidad.  Cuando los ministros eucarísticos nos dicen “Cuerpo de Cristo,” decimos  “Amen” a la realidad de Cristo Jesús presente en forma de pan, pero decimos “Amen” también a nuestra realidad como su cuerpo hoy.  Cuando dice el ministro “Sangre de Cristo” decimos “Amen” a la realidad de la presencia de Cristo Jesús en forma de vino, pero decimos “Amen” a la realidad de que somos su sangre llamados a la misión de dar nuestra vida para que otros tengan vida en Cristo Jesús.
Si hoy en día hay los que dudan la presencia real de Cristo Jesús en la Santa Eucaristía, tal vez hay más que dudan la presencia de Cristo en sus hermanos y hermanas de la raza humana.  Cristo está presente en la familia, en los extranjeros, en los amigos y los enemigos,  en cada raza, en cada país, en cada vecindad.  Muchas veces encontramos a Cristo en otro que está sufriendo.  Cristo está sufriendo,  ¿Podemos ayudar?  ¿Por los menos rezando por él?  La persona violenta está sufriendo un miedo enorme.  ¿Podemos responder con AMOR que echa afuera el miedo – por lo menos orando?
La Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo es nuestra fiesta.  Somos el cuerpo y sangre de Cristo y lo veneramos y lo recibimos en forma de pan y vino cada vez que venimos a misa.  ¡Que regalo tremendo!  Cristo se da a nosotros en forma de comida para transformarnos en El.
(Padre Eduardo O’Melia es pastor de la Parroquia de Santa María en Davenport.)


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