Seminarista encuentra paz en Tierra Santa

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Por Guillermo Treviño
El Mensajero Católico

Una de las bendiciones para los seminaristas que se están preparando para el diaconado, en el Seminario de Mundelein, Ill., es la oportunidad de ir a Tierra Santa por nueve semanas en el tercer año de Teología.

Guillermo Treviño, seminarista de la Diócesis de Davenport, posa con Jerusalén en el fondo. Él estudió por nueve meses en Tierra Santa.

Treinta y dos seminaristas tuvieron la oportunidad de su vida de seguir los pasos de Jesús en Belén, Nazaret, Galilea y Jerusalén.

Me ha conmovido ver peregrinos de todo el mundo, que traen sus propias tradiciones y costumbres. Tradicionalmente, en la gruta de la Basílica de la Natividad los grupos cantan un villancico en su lengua materna. Lo que más me conmovió fue ir y besar el lugar donde nació Cristo. Una vez, me encontré con un grupo de metodistas de Iowa y con un estudiante en la universidad de Belén, quien estaba haciendo su internado en la Diócesis de Des Moines, Iowa. No cabe duda que el mundo es muy pequeño.

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Uno puede ver Nazaret como el lugar donde Jesús permaneció casi toda su vida. En Galilea, además de la hermosa vista del mar, se puede ver como el lugar donde Cristo comenzó su ministerio. También nos detuvimos en muchos parques nacionales donde los lugares de descanso como las ruinas dejó las cruzadas eran comunes. Incluso me anime a hacer algo que nunca hago: me metí en el agua, y me fui a nadar en el Mar Muerto. En el mar muerto la gente flota, por la cantidad de sal que hay.
Con nueve semanas de peregrinación en Tierra Santa, se me ha dado una oportunidad que muy pocas personas reciben; por tanto, estoy verdaderamente agradecido por esta experiencia. A propósito, el Papa Francisco estará allí del 23 al 25 de mayo del 2014.

En Jerusalén, parece que cada esquina tiene un sitio histórico importante. Al visitar el Muro de las Lamentaciones y la Cúpula de la Roca, he vuelto más consciente del judaísmo y del islamismo. En la Cúpula de la Roca conocí a una mujer judía que venía de Moline, Ill. También vi a un tractor de John Deere y a un grupo de peregrinos del área de los Quad-Cities, de donde yo soy.
Aun habiendo visitado la Montaña del Templo, donde se encuentra la Cúpula de la Roca, que es un punto de controversia, mi viaje fue relativamente tranquilo. Adentro me gustó el silencio y la tranquilidad.

Jerusalén ofrece muchas cosas que hacer, yo aproveché al máximo visitar todos los lugares posibles. Por ejemplo, fui al Museo de Historia del Holocausto en el complejo de Yad Vashem, donde pude ver y experimentar la realidad del sufrimiento del pueblo judío. Habiendo sido un estudiante de ciencia política, fui al edificio de la Corte Suprema y del Knesset, donde se reúne el parlamento. Me quedé sorprendido de la apertura del gobierno con la gente que visita, ya que todos están permitidos a concurrir a las reuniones del comité.

Lo que más me llamó la atención fue la Vía Dolorosa (es el camino en el que las personas recuerdan el camino de Jesús con la cruz a cuestas) y la Iglesia del Santo Sepulcro. Tuve las gracias de ir tres viernes a las tres de la tarde a rezar con los franciscanos, las estaciones del Vía Crucis. Hubo muchas personas allí, lo que significa que Cristo sigue siendo importante y que esto es una gracias de Dios para todos los presentes.. Me pareció que el mundo se detiene mientras pasamos por cada estación de la cruz. Los vendedores nos miran con asombro y silencio.

La Iglesia del Santo Sepulcro es especial porque representa los misterios de nuestra fe. En este lugar está el Calvario, donde Cristo murió en la cruz y donde fue enterrado. En el Calvario, conocí a un sacerdote ortodoxo, quien se parecía muchísimo a mi (mucho más, si yo tuviera barba y una colita de caballo). ¡Incluso tenía mi sonrisa!

La culminación de la peregrinación fue cuando junto con otros diez compañeros, pasé la noche en el Santo Sepulcro. Puedo decir que teníamos la iglesia para nosotros solos y tuve la oportunidad de orar en silencio por todos, especialmente por los de la diócesis de Davenport. Esa noche me mantuve sorprendentemente despierto durante toda la noche.

Pasé mi cumpleaños allá (el día 7 de marzo), era un viernes de Cuaresma. La fecha fue especial para mí, porque eran tres meses de ordenación diaconal, que se llevará a cabo, Dios mediante, el día 7 de junio.


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