Las matachines

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Por Lindsay Steele
El Mensajero Católico

Niños y adultos hispanos, vestidos con túnicas de terciopelo roja, rosa, azul y cafés, danzaron camino a la parroquia de St. James en Washington el 11 de diciembre; acompañados por el sonido de la trompeta y la guitarra. Sombreros en forma de cilindro, adornados con flecos, cadenas de perlas y atuendos, con máscaras que ocultaban sus rostros. Ellos rodearon la imagen de la Virgen de Guadalupe antes de sentarse en las bancas para participar de la misa.

Padre Bernie Weir
Danzantes en la escuela de St. James en Washington el 11 de diciembre, para celebrar la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe.

El 11 y 12 de diciembre, los católicos de la Diócesis de Davenport conmemoraron el día de Nuestra Señora de Guadalupe a través de la oración, la danza, la recreación y las rosas. Es un día de fiesta para toda la comunidad hispana, ya que celebramos los 450 años de la aparición de la Virgen María a san Juan Diego en México.

“Ella es la patrona de las Américas”, dijo el padre Jim Betzen, pastor de la parroquia de Santa María de la Visitación en Ottumwa. El hecho de que ella eligió México para estar presente, es una fuente de orgullo nacional. “Para los inmigrantes, es un momento para celebrar su cultura”.
El baile es una tradición que se practica en muchas parroquias, especialmente donde hay presencia hispana. Esta danza se considera un regalo a la virgen María.

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El padre Joseph Sia, pastor de San José en Columbus Junction, señaló que hay muchas variaciones de estilos de baile, trajes y el simbolismo que las imágenes representan.

Gabi López, una de los danzantes del grupo de los Matachines de Washing-ton, dijo que este año sus trajes representaron a los primeros colonos europeos que introdujeron el cristianismo en México. Después de la procesión y la misa del 11 de diciembre, el grupo de matachines se dirigió al gimnasio de la Escuela Católica de St. James en Washington, para llevar a cabo una danza de 30 minutos. “Es como darse uno mismo’ — Uno está danzando durante 28 minutos, saltando, con las túnicas y las máscaras. Es dar algo a la Virgen, es decir, “Yo te honro con mi baile, es difícil pero, yo quiero darte esto como un símbolo de mi devoción”.

“Tengo la esperanza de que la devoción a la Santísima Virgen María será siempre uno de los puntos fuertes de nuestra fe como católicos,” dijo la Hermana Irene Muñoz.


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