Se Santo, incluso durante la Pandemia

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Por Padre Joseph Sia
El Mensajero Católico

En los últimos días, cada vez que me despierto me pregunto: “¿Se acabó? ¿Podemos volver a hacer las cosas que solíamos hacer? O a veces me pellizco con la esperanza de despertarme de esta pesadilla y caminar hacia un mundo donde no existía un nuevo coronavirus. Desafortunadamente, la conclusión es que todavía estamos viviendo una pandemia y, nadie sabe con certeza, cuándo las cosas volverán a “normalizarse”, o si las cosas vuelven a ser como antes. Quizás una buena pregunta para hacerse durante este tiempo es: “¿Cómo vivo mi vocación durante una pandemia?” Ya sea que esté casado, soltero, sea un sacerdote o una hermana/hermano religioso, creo que este tiempo de Pascua, nos brinda muy buenas oportunidades para reflexionar sobre este punto. La resurre-cción de Jesús fue un fenómeno que sus apóstoles y seguidores, jamás antes habían experimentado, al igual que la pandemia es algo que nunca antes habíamos
experimentado.

Fr. Sia

Cuando Jesús resucitó y se manifestó a sus apóstoles y seguidores, al principio ellos no sabían cómo reaccionar frente a lo que sucedía delante sus propios ojos. Ninguno de ellos había presenciado previamente a alguien siendo torturado y crucificado, morir y ser enterrado, y luego resucitar de entre los muertos y verse tan radiante y sorprendente como lo hizo Jesús. Los dos hombres en el camino a Emaús, simplemente pensaron que estaban caminando con un extraño. María Magdalena pensó que estaba hablando con un jardinero. Tomás quería poder poner sus manos en las heridas y costado de Jesús como prueba. Lo que les hizo creer fueron las palabras de consuelo y paz de Jesús, y la garantía de que efectivamente era él, y que todo esto estaba en cumplimiento del Plan de Dios, para su único Hijo. Cuando los apóstoles se abrieron a esta revelación, se sintieron tan conmovidos e inspirados que se empoderaron para compartir las Buenas Nuevas con otros y vivir sus vidas en relación con un Dios Viviente Todopoderoso.

Nuestra experiencia de la pandemia es una que nos pone cara a cara con una realidad que es mucho más grande que nosotros. Quizás también estamos reaccionando con incredulidad tal como lo hicieron los seguidores de Jesús. A medida que avanzan las semanas, es posible que caigamos en la desesperación, porque parece que el túnel es largo, oscuro y que todavía estamos muy lejos de ver la luz.  Es como si estuviéramos sepultados y caminando a tientas, sin rumbo en la oscuridad; mientras resolvemos las cosas. Por supuesto, no ayuda que más y más personas, incluso nuestros propios fami-liares y amigos y, tal vez, incluso nosotros mismos, estemos expuestos e infectados.

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¿Qué podemos hacer? Volvamos a Cristo resucitado y permitamos que nos consuele y fortalezca; mientras nos revela su amor y misericordia, como lo hizo con sus seguidores en el camino a Emaús, en el jardín de la Resurrección y en el lugar de la Última Cena. Recordemos que incluso desde los momentos más oscuros, pueden venir las manifestaciones más poderosas de la gloria de Dios. Tal vez por un tiempo parezca que la muerte (o un virus) puede ganar, pero sabemos que la historia no termina ahí. Los que somos uno en el Cuerpo de Jesús, a través de nuestro bautismo, ya hemos muerto con Cristo; vivamos nuestras vidas ahora en aceptación del agua y la sangre, vivificantes que fluyeron de nuestro Salvador. Cuando tengamos este coraje y esta convicción, continuaremos buscando la voluntad de Dios en cualquier vocación que nos haya dado. Incluso podríamos ser mejores cónyuges, sacerdotes, religiosos o personas solteras, porque ya estamos conquistando nuestros miedos y confiamos en nuestra fuerza, para llegar al Dios Altísimo a quien adoramos. Dejémonos envalentonar por el Espíritu de Dios, para evangelizar y hacer discípulos. No tengamos miedo de ser santos, incluso durante una pandemia.

(P. Joseph Sia es director de vocaciones de la Diócesis de Davenport y ministro sacramental de la parroquia de Santa María en Davenport).


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