Testimonio de conversión a través de María

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Por Benito Herrera
El Mensajero Católico

En el nombre del Señor Jesús y la intersección de nuestra Madre Santísima y con la poderosa inspiración del Espíritu Santo me permito darles mi testimonio, para manifestarles el poder de Dios y de la Virgen.

Lindsay Steele
Benito y Nila Herrera posan en frente de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe.

He nacido en la ciudad de Tonosique, Tabasco, México, fui bautizado y confirmado en la Iglesia Católica, tengo 13 hermanos, mis padres eran católicos de nombre porque nunca iban a misa, ni hablaban de su fe.

Cuando tenía 7 años, por la extrema pobreza de mis padres, nos mudamos a Quintana Roo al sur de México, pues, aquí mi padre tenía un amigo que pertenecía a una iglesia evangélica llamada iglesia del Dios vivo columna y apoyo de la verdad el buen pastor, denominación desprendida de la iglesia de la luz del mundo. Mis padres y mis hermanos se bautizaron aquí, yo no lo pude hacer porque era menor de edad; pero me gustaban las cosas de Dios, los estudios bíblicos, los cultos, los cantos, la humildad, pues, deseaba ser con el tiempo, un buen pastor, pero sobre todo captar a católicos para que se conviertan a esta iglesia, y atacaba a la imagen de la Virgen María.

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Mi conversión a esta fe definitivamente, como nos ha pasado a muchos, no la entendemos, no lo podemos explicar y uno piensa unas cosas y Dios, otras. A los 15 años se me olvidó el encantamiento con Dios, conocí al mundo y sus caminos, como la mayoría de los jóvenes bailes, cines; todo menos Dios.

A los 29 tuve mi primer hijo en una primera relación; después, entré a otra relación amorosa de la cual tuve a otro de mis hijos; entonces, decidí probar suerte en Estados Unidos al poco tiempo de llegar aquí llegaron mi pareja y mi hijo de tan solo 6 meses. Ella era de religión católica.

Un día decidí obsequiarle a mi esposa, aunque yo no era católico, una imagen de la Virgen de Guadalupe y un Corazón de Jesús. Ella no les dio mucha importancia y lo puso por un mueble de la casa. Hubo un hecho en nuestra relación que me afectó enormemente, ella se había llevado a mis hijos.

Fui a vivir a otro estado y tiré todo lo que le pertenecía, pero no pude arrojar las imágenes que habían sido para ella, así que decidí llevármelas. Yo seguía con mi dolor de no tener a mis hijos. Eran noches y días en las que después del trabajo me encerraba a llorar y llorar, en medio de mi depresión, mirando hacia una esquina de mi cuarto, un reflejo de la luna, que entró por la ventana, es precisamente donde está la imagen de la Virgen y del Sagrado Corazón Ella medio inclinada como en oración por mí y él con el corazón abierto y con los brazos abiertos como diciendo ven y desde esa madrugada los limpié y dormían a mi alrededor, les contaba todo, les pedí perdón y empezaron a llenar ese vacío de tristeza en mi corazón.

Poco después conocí a una pareja de católicos que me ayudaron y llevaron a un grupo de oración. Recuerdo que por momentos me resistía a entrar por mis convicciones evangélicas y dije : Señor, si es tu voluntad que así sea.” Escuché una alabanza que habla exactamente de mi vida y caí de rodillas llorando, sin comprender por qué, cómo lo supieron, por qué directamente a mí. Es como escuchar decir: “Aquí estoy para ayudarte y para sanar tu corazón”. Bendito seas, Señor Jesús, bendita sea tu Madre Santísima, por el poder de Dios manifestado en mí .

El esposo de la pareja que me acompañó, se convirtió en mi cuñado; cosa que jamás pasó por mi mente, porque a pesar de lo que yo sentía de la experiencia vivida, me case con su hermana. Bendito seas Dios, bendita seas María Madre de Dios. El regalo más grande que Él me ha dado es una Madre Celestial que tiene mucho amor y me ayuda y me conduce desde la obscuridad hasta la luz, intercediendo por mí y por todos ante su Hijo Jesucristo, que no me abandona nunca, me ha regalado su única y verdadera Iglesia, que tiene toda la plenitud del Espíritu Santo.


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