Anchored in the Paschal Mystery/ Anclados en el Misterio Pascual

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Dear Sisters and Brothers in Christ,

In the font of baptism, we were given to drink of life-giving water like the Samaritan woman, our eyes were opened like the man born blind, and we were called from death to life like Lazarus. Our story became a part of their story and Jesus’ story.

Bishop Amos

The Paschal Mystery — the life, death, and rising of Jesus — lies at the heart of our faith, of all that we are and do. We recall and live into that mystery every time we gather for Eucharist.

In our lives we experience, in big and small ways, this mystery: the mystery that proclaims that to love is to die, but that to die is to live. As we die to all that separates us from one another and from God, we are drawn deeper and deeper into the heart of the Trinity, who is Love.
Because we are anchored in the Paschal Mystery, we are called to hope. Hope does not mean looking at the world through rose-colored glasses but looking at it with eyes wide open, open enough to see the suffering as well as God’s presence in the midst of it. Hope does not mean that everything is going to work out how we want it and when we want it but that we trust in God’s promised future.

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In my almost 11 years as your bishop, I have seen this mystery lived out in our life as a diocese, in our parishes and schools, in families, and in individual lives. It has been a joy and an honor to walk such holy ground with you. That’s why, as my tenure as your bishop draws to a close, I can look forward with confidence, knowing that we are never abandoned, never alone.

May the same Spirit that came upon the Apostles at Pentecost, that I have the privilege of conferring in a special way at confirmation, also be at work in our diocese and in your hearts.
Anclados en el Misterio Pascual

Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo,

En la fuente del Bautismo, nos dieron a beber de agua viva como le sucedió a la mujer samaritana, nuestros ojos se abrieron como le sucedió al ciego de nacimiento y fuimos llamados de la muerte a la vida como a Lázaro. Nuestra historia se convirtió en una parte de su historia y de la historia de Jesús.

El Misterio Pascual –vida, muerte y resurrección de Jesús- descansa en el corazón de nuestra fe, de todo lo que somos y lo que hacemos. Nosotros recordamos y vivimos ese misterio cada vez que nos reunimos para celebrar la Eucaristía.

En nuestras vidas, experimentamos en grandes o pequeñas maneras, este misterio: el misterio que proclama que amar es morir; pero que morir es vivir. Al morir a todo aquello que nos separar uno del otro y de Dios, nosotros somos atraídos más y más profundamente dentro del corazón de la Trinidad, que es Amor.

Porque estamos anclados en el Misterio Pascual, estamos llamados a la esperanza. La esperanza no significa mirar el mundo a través de cristales color rosa, sino mirarlo con ojos bien abiertos, suficientemente abiertos para mirar el sufrimiento así como la presencia de Dios en medio de ella. La esperanza no significa que todo va a funcionar como queremos y cuando lo queramos, sino que confiamos la promesa futura de Dios.

En mis casi 11 años como su obispo, he visto este misterio manifestado en nuestra vida como diócesis, en nuestras parroquias y escuelas, en las familias y en las vidas personales. Ha sido una alegría y un honor caminar esta tierra sagrada con ustedes. Por eso, siendo que mi mandato como obispo se acerca a su final, puedo mirar hacia adelante con confianza, sabiendo que nunca nosotros estamos abandonados, nunca solos.

¡Qué el mismo Espíritu que vino sobre los Apóstoles en Pentecostés, ese que he tenido el privilegio de conferir en una forma especial en la confirmación, también esté en el trabajo en nuestra diócesis y en sus corazones!

Sincerely in Christ/Sinceramente en Cristo,
Most Rev. Martin Amos//Mons. Martin Amos
Bishop of Davenport/Obispo de Davenport


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