Dedicarnos a la oración y la penitencia

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Queridas Hermanas y Hermanos en Cristo:

El 20 de agosto del 2018, el Santo Padre envió una carta a todo el Pueblo de Dios. “Con vergüenza y arrepentimiento” reconoció las fallas de la Iglesia a la luz de las nuevas revelaciones de abuso sexual y mal uso del poder por parte del clero en Pensilvania y en los niveles más altos de la jerarquía.

Reconociendo los esfuerzos que se han realizado para abordar esta crisis, continuó diciendo que “junto con esos esfuerzos, cada uno de los bautizados debe sentirse involucrado en el cambio eclesial y social que tanto necesitamos. Este cambio requiere una conversión personal y comunitaria que nos haga ver las cosas como lo hace el Señor.”

En otras palabras, el Papa Francisco nos está diciendo que la verdad es el primer paso de la curación. Y nos está llamando a una solidaridad más profunda con aquellos que han sufrido abusos a manos de la Iglesia; verdaderamente “ver” a ellos y su sufrimiento; para no hacer la vista gorda. Entonces, ¿cómo abrimos nuestros ojos y corazones? El Papa nos llama a las antiguas disciplinas de oración y penitencia. Tal es el camino a la santidad.

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En ese sentido, me uno al Santo Padre para llamarnos a todos a dedicarnos a la oración y la penitencia de manera particular los viernes de septiembre.

Oración

Animo a las familias, a los grupos de fieles y a las parroquias a reservar un tiempo para la oración: para la sanidad de las víctimas de abuso, en reparación de los pecados de omisión y comisión que han llevado a esta crisis, para nuestra propia conversión. Algunas sugerencias pueden incluir:

• La Liturgia de las Horas, especialmente la Oración de la Tarde, cuando rezamos el Magnificat, y se recuerda (como lo señala el Papa Francisco) que “la canción de María no se equivoca y continúa haciéndose eco en toda la historia. Porque el Señor se acuerda de la promesa que hizo a nuestros padres: “Dio un golpe con todo su poder: deshizo a los soberbios y sus planes. Derribó a los poderosos de sus tronos y exaltó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos, y despidió a los ricos con las manos vacías.” “(Lc 1, 51-53). Sentimos vergüenza cuando nos damos cuenta de que nuestro estilo de vida ha negado, y sigue negando, las palabras que recitamos”.

• Las Estaciones de la Cruz, especialmente el 14 de septiembre.

• El Rosario, centrándose en los Misterios Dolorosos.

• Una Hora Santa ante el Santísimo Sacramento (se adjunta un ejemplo).

14 de septiembre es la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz; 21 de septiembre es la fiesta de San Mateo. Esas misas deben celebrarse según lo prescrito. Sin embargo, el 7 y el 28 de septiembre he solicitado a las parroquias que celebren la Misa por el perdón de los pecados, n. ° 38 de las Misas y oraciones por diversas necesidades y ocasiones. Las vestimentas moradas deben ser usadas. Las lecturas (Volumen Leccionario IV) deben ser:

7 de sept.: Rom. 6, 2-14 [949 # 1]; Salmo 51 [950 # 1]; Marcos 1, 1-8, 14-15 [952 # 2]
28 de sept.: 1 Juan 1, 2-2, 2 [949 # 2]; Salmo 130 [950 # 3]; Lucas 7, 36-50 [952 # 3]

Ayuno

El Papa Francisco nos recuerda que el ayuno abre nuestros corazones al sufrimiento de los demás; nos ayuda a crecer en nuestra solidaridad con ellos. Nuestro ayuno puede tomar muchas formas. Abstenerse de comer carne o ayunar de los alimentos, como lo hacemos el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, son disciplinas apropiadas. O podemos optar por abandonar las prácticas que puedan distraernos del sufrimiento de los demás, como los medios electrónicos u otras formas de entretenimiento. Hay muchas posibilidades. La clave es elegir algo que nos ayude a recordarnos a aquellos que han sufrido abusos a manos de la Iglesia.

Limosna

La tercera práctica penitencial tradicional es la limosna. Durante la Cuaresma, por ejemplo, muchos de nosotros participamos en el Programa Plato de Arroz del Servicio de Ayuda Católica (CRS). Tal vez podríamos, en este momento, elegir donar o ser vo-luntarios en ministerios u organizaciones comunitarias que se preocupan por las víctimas de abuso sexual y físico; por ejemplo, un refugio contra la violencia doméstica o un servicio de asesoramiento.

Solo el principio

Nombrar y condenar los pecados de abuso sexual, del abuso de poder, del clericalismo es esencial. Sostener a los perpetradores y aquellos que hicieron la vista gorda para rendir cuentas es esencial. Pero estos no son suficientes. Estamos llamados a la solidaridad y a una santidad más profunda.

La solidaridad con las víctimas de abuso requiere que nos aseguremos de hacer todo lo que está en nuestro poder, como individuos e instituciones, para proteger a los más vulne-rables en nuestras comunidades. La oración, el ayuno y la limosna son un comienzo y la base constante de la cual necesitaremos construir. Entonces, de esta manera se nos me llama a un respeto particular de estas disciplinas los viernes de septiembre, nuestros esfuerzos no deberían detenerse allí. Al final, esta es una cuestión de santidad. Nuestras labores deben ser continuas y sólidamente arraigadas en la persona, el ejemplo de Jesucristo y en el poder del Espíritu Santo. De lo contrario, simplemente construimos sobre arena.

Obispo Thomas Zinkula, Obispo de Davenport


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