Una cálida despedida de la parroquia de Santa María en Davenport

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Anne Marie Amacher
Miembros del equipo de danza Azteca en el atrio de la parroquia de San Antonio en Davenport el 11 de octubre, que siguió a la procesión de la parroquia de Santa María.

Por: Anne Marie Amacher
El Mensajero Católico

DAVENPORT — Hace más de 150 años, los católicos caminaron desde la parroquia madre de San Antonio hasta la nueva parroquia misión de Santa María. “Hemos cerrado el círculo”, dijo el padre Rudolph Juárez, párroco de la parroquia San Antonio. Al concluir la misa de clausura del 11 de octubre en la iglesia Santa María, los católicos se dirigieron a la iglesia San Antonio en procesión. Las dos parroquias se fusionaron el 1 de julio de este año 2020.

Antes de la misa al aire libre celebrada en Santa María y seguida de la procesión, habló el alcalde de Davenport, Mike Matson. Dijo que las dos comunidades de Santa María y San Antonio serán más fuertes juntas y la ciudad será mejor con ellas. “Les deseamos lo mejor. Además, no hay dos mejores santos para velar sobre ustedes: Santa María y San Antonio. Esta es una gran unión”.

“Por más de 153 años, la Iglesia Sta. María ha sido un ícono espiritual en el lado oeste de Davenport”, dijo el Padre Juárez. “Ella ha servido como recordatorio físico de la presencia de Dios en los buenos y en los malos tiempos, tanto para católicos como para no católicos. El edificio seguirá utilizándose en el futuro con el mismo propósito para el que fue fundado: como vehículo para amar y servir a Dios, y amar y servir a nuestro prójimo. La Diócesis de Davenport y los feligreses de Sta. María y San Antonio están orgullosos de ser parte de este momento crucial en la historia de nuestra ciudad y esperamos ser socios en la noble labor de promover y servir el bien de la sociedad. . ”

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Mons. Zinkula presidió la misa al aire libre. “El Espíritu Santo sopla por aquí”, bromeó, mientras sus vestimentas se agitaban por el viento frente a la iglesia de Santa María. Los católicos y los vecinos se sentaron en sillas en la calle que estaba bloqueada y en la colina al otro lado de la calle. Vestían máscaras faciales y mantenían la distancia física, debido a la pandemia de coronavirus en curso.

“Es difícil decir adiós”, dijo el obispo. Los sacerdotes vinculados a Santa María concelebraron la Misa: el padre Juárez, quien sirvió como administrador, luego párroco de Santa María del 1991 a 2004; el padre Guillermo Treviño, in solidum en la parroquia del 2015-2018; y el padre Joseph Sia, ministro sacramental de Santa María de 2018-2020.

El obispo reflexionó sobre los recuerdos que le venían a la mente ese día: las misas, la celebración de los sacramentos y otras celebraciones. “La Iglesia tiene muchas casas en las que vive el Señor. El Señor no está más presente en una casa/iglesia que en otra. Ese es un lado de la realidad, pero también está el lado personal, que se ocupa de los sentimientos y las emociones”.

Más allá de la tristeza, “Isaías nos dice que Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros. Él escribe: “Gocémonos y regocijémonos porque el Señor nos ha salvado”. Los lugares de culto son importantes, pero “en el panorama general, son secundarios a la fiesta en sí”, dijo el obispo. “El punto de la parábola es que Dios quiere casarse con nosotros. Eso es lo mucho que nos ama Dios. Las fiestas y los salones son un medio para lograr un fin. El fin es la unión con Dios”.
Refiriéndose a la segunda lectura, el obispo dijo: “Como Pablo les dice a los Filipenses, podemos hacer todas las cosas en Aquel que nos fortalece, incluso comenzar una nueva aventura en una nueva casa de adoración”.

El padre Sia hizo la traducción de la homilía del obispo para los fieles que hablan español. Todos los presentes renovaron sus promesas bautismales. Después de la Comunión, el obispo Zinkula dirigió el rito de despedida, desplazándose a varios espacios de la iglesia y pidiendo a los católicos que recordaran elementos de estos espacios: la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, la pila bautismal, la capilla de la reconciliación, el Vía Crucis, el ambón y el altar.

Después se hizo la procesión, con escolta policial y cierre de carriles. Llamaron la atención de conductores y caminantes a lo largo de la ruta. La Cruz y los monaguillos encabezaban la procesión. Los Caballeros de Colón portaban la bandera de Estados Unidos, la Bandera Pontificia y la de México; el padre Treviño llevaba un estandarte de la parroquia de Santa María. Le siguieron otros sacerdotes y más Caballeros de Colón, que sostenían el palio sobre Mons. Thomas Zinkula, quien llevaba la custodia. También participaron un gaitero irlandés y miembros de la Sociedad de San Patricio, quienes fueron seguidos por bailarines litúrgicos, que precedieron a un carro que transportaba la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe rodeada de flores. Entre otros participantes estuvieron bailarines aztecas y personas vestidas con atuendos que representaban Las Posadas.

Otras personas saludaron a la procesión cuando los participantes llegaron a San Antonio. Varios grupos de baile actuaron en el atrio de la parroquia, mientras la familia parroquial se reunía en el jardín delantero de San Antonio. La celebración concluyó con la bendición del Santísimo.

Una ex feligresa de la parroquia de Santa María, llamada Magdalena, describió el día como realmente bonito y dijo que le gustaba que los feligreses pudieran compartir su cultura.

Paty Martínez, quien dirigió a los bailarines aztecas, dijo que se sintió triste por la última misa en Santa María, la iglesia donde celebró su matrimonio y el bautismo de su primer hijo. Sin embargo, “estamos felices de tener un nuevo hogar”. Alejandra Martínez, una de las bailarinas más jóvenes, disfrutó de la procesión desde Santa María hasta la Iglesia de San Antonio. Los bailarines vestían ropa que habría usado el pueblo azteca, incluidos los tocados, dijo Alicia Nava, quien perteneció a la parroquia de Santa María, y anteriormente a la parroquia San José, que se fusionó con Santa María en 1999. Dijo que participó en la procesión entre esas dos parroquias y ahora a San Antonio.


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