La madre del sacerdote para todos

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Por Padre Guillermo Treviño
El Mensajero Católico

Los que me conocen, saben bien que mi madre María Treviño no habla inglés. Sin embargo, eso no impide que aproveche al máximo cada situación e intente ofrecer lo mejor de ella misma. En la misa de ordenación de dos sacerdotes y dos diáconos el mes pasado, los ujieres intentaron llevarla a la parte trasera de la iglesia,  hasta que el diácono Dominic Nguyen les dijo a los ujieres que ella estaba con él.

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¡Tenía un buen asiento para la celebración de ordenación y, ahora, era parte de la familia del diácono Dominic! El obispo Thomas Zinkula, según mi madre, también fue muy amable y saludo a mi madre con un fuerte abrazo. Otros sacerdotes la saludaron cuando entraban a la catedral. ¿Por qué? ¿Cómo? Quiero presentarles un club muy especial, el club de las madres de un sacerdote. Cuando estaba en Seminario Colegio Concepción, Missouri, los seminaristas latinos notaron que mi madre era su madre, ya que no podían ver a sus madres que estaban en otro país. Mi mamá tiene un don especial con la gente; como digo, no es gracias a mí.

Quiero compartir con ustedes sobre una amistad única de dos madres de sacerdotes. Cuento esta historia cada vez en Pentecostés para mostrar el poder de la fe y, en cierto sentido, del sacerdocio. La madre del padre Kevin Anstey, Belinda Anstey, no hablaba español. Mi madre, María, como dije antes, no habla inglés. Sin embargo, cuando se vieron, se saludaron y abrazaron porque podían entenderse completamente.

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El 13 de julio de 2013, el Padre Kevin fue ordenado diácono. Al día siguiente, sirvió su primera misa como diácono en la iglesia de San Patricio en Ottumwa. Participe de la misa y llevé a mi madre conmigo. Después de la Misa, fuimos a una recepción en la finca Anstey. A mi madre le gustó mucho el viaje, viendo las tierras de cultivo y la región. Cuando vio a Belinda Anstey, mi madre María comenzó a decir en español: “Este es un gran lugar…”. Belinda en inglés completo lo que mi madre dijo, afirmando: “Sí, lo sé, para criar una familia”.

Es increíble lo que podemos lograr cuando dejamos de lado las barreras culturales. Me sorprendió cómo ambas madres tenían el mismo hilo de pensamiento, independientemente del idioma que hablaran. Ese es el Espíritu Santo obrando en nuestras vidas. Belinda Anstey falleció el 8 de julio y recuerdo que se lo conté a mi mamá. Mi mamá me dijo que le diera un abrazo al Padre Kevin y le dijera que lo queremos mucho.

En la misa de funeral, yo era uno de los 20 sacerdotes que participaron. Cuando me acerqué al papá del padre Kevin, Dennis Anstey, me dijo lo mismo que mi madre dijo sobre el padre Kevin. “Sepan que ella (Belinda) los quería mucho”. Es muy triste perder a un ser querido, especialmente a la madre. Pero es reconfortante saber cuánto somos amados, especialmente por nuestras madres, quienes ayudaron a criarnos y hacernos los sacerdotes que somos hoy.


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